miércoles, 26 de febrero de 2014

ME HAN PEGADO

Me cabrea, mucho.

Me cabrea mucho que mi hijo de cuatro años venga diciendome que le han pegado e insultado en el cole.

Me cabrea.

En casa no se pega, a nadie. Nunca. En casa no se insulta, ni se usan palabras peyorativas. Cuidamos mucho lo que decimos.
No somos perfectos y por eso alguna vez levantamos la voz o decimos algo no del todo correcto. Y nos disculpamos.

Por eso me cabrea que mi hijo me diga que le han pegado o insultado sin motivo. Niños de su edad. Que le empujen o digan pequeñajo, que le den un puñetazo sin venir a cuento...

 Me cabrea.

Y me cabrea, no por los niños, si no por sus padres.
Niños a los que se ve solos, donde nadie marca límites.
Niños a los que se trata mal y maltrata.
Niños a los que no se respeta.
No tienen voz ni voto.
Niños a los que se grita, avergüenza y humilla.

Y eso lo he visto en el patio del cole. Tristeza.

Porque llamar llorica, quejica, pequeñajo... son palabras despectivas, aunque se las digamos a nuestro hijo (más por eso) cuando nos sacan de quicio.

Porque gritar y quitar las cosas a la fuerza o dar un manotazo, es tratar mal, aunque sea porque nos hemos enfadado con nuestro hijo.

Porque no hacer nada, ni decir nada, cuando nuestro pequeño pega o insulta, es no poner límite, aunque estemos cansados.

Porque no escuchar lo que nos piden o quieren nuestros hijos, no es respetar, aunque lo repitan mil veces.

Y será difícil, y a veces no sabremos que hacer, y nos desbordaremos. Nadie es perfecto.

Pero padres y madres, todo eso que haceis y no haceis, la forma de tratar a vuestros hijos, les hace ser como son.

Son nuestro reflejo. Y ese reflejo, afecta a los demás.

Tratemos a los niños como nos gusta que nos traten a nosotros.


domingo, 16 de febrero de 2014

QUERIDO DIARIO; LUPA (FEBRERO)

Querido diario;
Esta cansada, inquieta, con sueño pero sin querer que sus ojos se cierren.

Nos tumbamos, nos abrazamos, toma teta. Se relaja. No quiere quedarse dormida.

Me acaricia la cara y yo a ella. Sus ojos se van cerrando, mientras, paso mis dedos por su frente, cejas, mejilla. Sus ojos se van cerrando.

Poco a poco se deja llevar por el sueño y mis dedos siguen recorriendo su cara, como pequeñas lupas que quieren analizar cada milímetro de piel. Miles de veces.


Hasta que cada milímetro quede resguardado en mi memoria.
Hasta que cada poro de mi piel sea capaz de recordar.
Hasta que ya no necesite lupa imaginaria para recordar.







Querido diario forma parte de un carnaval de blogs iniciativa de The Blue Monster, donde cada mes una palabra será inspiración. Cada post de no más de 200 caracteres y con las normas que aquí encontraras.