Mi mayor se paso el día anterior nerviosito, tan nervioso que no paraba de enfadarse y llorar.
El verano lo ha pasado preguntándome cuando empezaba, y es que ha acabado aburriéndose.
Es un niño con mucha energía, que ahora juega a correr y saltar, y yo, con una bebe en portabebe tenía difícil seguirle.
Así que ayer empezó feliz, saltando, bailando y muy contento.
Yo no me lo creía.
Nos costo mucho la adaptación el año pasado, de hecho, hasta el final yo tenía que entrar con él, esperar un ratito y dejarle en contacto con la profe. Igual le paso el año anterior en la escuela infantil.
Tuvimos suerte con la tutora, que es un sol y lo acogió y acepto su ritmo desde el principio.
Hubo días que no quiso ir, días de quedarse triste, días que salía muy enfadado... Y alguno en que estaba contento y con ganas. Me decía que prefería quedarse conmigo que ir.
Al principio la adaptación fue complicada, por que además de clase tenía que quedarse a comer y un ratito en la guarde a la mañana, y lo llevo muy mal.
Yo me quede embarazada y por suerte en diciembre me dieron la baja, todo mejoro. Yo le dejaba y recogía en clase.
No fue por la tarde más que un mes en todo el curso. Al principio por que necesitaba su siesta, pero luego, prefería no ir. Y lo respetamos.
En abril, al nacer su hermana, volvimos un poco atrás. Le costaba quedarse, no quería ir...
Y así pasamos el curso.
Ver que este curso empieza contento, con ganas y quedándose a gusto me hace pensar que el tiempo que necesito el año pasado por todos los cambios y el confiar en su ritmo a ayudado.
Quizá en unos días cambie, quizá siga contento. Sea como sea estaremos con él, a su ritmo y con sus necesidades. Entendiendo que su ritmo es así y necesita tiempo para hacerse a las nuevas experiencias.
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