Ese momento en que los dos duermen y en lugar de hacer lo que hay que hacer me dedico a mi.
A leer, mirar cosas por internet, tomarme un café...
Cuando tienes un hijo y una vez has logrado adaptarte a él, o readaptarte después de cada fase de cambio, sabes más o menos cuando va ha dormir.
Sabes incluso, si el bebe es tranquilo, que por la noche, a partir de una hora, tienes tiempo.
Si tu bebe es inquieto y te necesita mucho, como lo es mi mayor, incluso te habrás adaptado a quedarte con él por la noche y tener tu espacio.
Pero cuando son dos... Un bebe y ya un niño, que no duerme siesta, la cosa se complica.
El mayor duerme de noche, sí, porque aunque parezca mentira, acaban durmiendo del tirón, pero de día no para.
Y el bebe lleva sus propios horarios. Con lo que el tiempo de calma es casi inexistente.
Por eso, momento como este, en que milagrosamente lis dos duermen y están tranquilos, hay que aprovecharlos con lo que nos ayude a recargar pilas; dormir, un café y periódico, escribir, leer... Lo que sea.
Improvisar y aprovechar el momento para seguir en día con energías renovadas.
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